viernes, 11 de noviembre de 2011

Algo parecido a la felicidad

Gustav Klimt

Despertar temprano en una habitación repleta de sílabas infantiles. La luz establece los inicios, los códigos, el tacto amable. La luz. En tus párpados, el suave lenguaje del mundo. La antesala azul del azul sonido gutural, las primigenias gotas, los segmentos de voz que depositas en mi oído sosegado. Te tomo en brazos, te beso y te amamanto (ésta es la salutación que se repite día tras día: te tomo en brazos, te beso, te amamanto). Cuando has terminado, papá te lleva a la cocina y te prepara el biberón de cereales. Me quedo sola en la cama y abro el libro de E. E. Cummings. Algo parecido a la felicidad. Después de días de no llegar a tiempo a mi propia vida, días de arrastrar horas de sueño y cansancio -y este obstinado dolor de espalda-, hoy encuentro un paraje de calma a través del cual sigo la ruta hacia mí misma.

Ana Isabel Trigo / noviembre 2011

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